sábado, 27 de marzo de 2010

Propiedades de las frutas secas

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Las frutas desecadas te permiten cuidar tu salud y disfrutar del dulce sabor de la naturaleza comiendo fruta de temporada durante todo el año. Las frutas desecadas son un bocado lleno de virtudes nutricionales. Son muchos los motivos que avalan la presencia de las frutas desecadas en nuestra dieta. Durante la desecación de la fruta fresca, su contenido en agua se reduce, lo que da lugar a la concentración de nutrientes, imprescindibles en nuestra dieta diaria.

Las frutas secas no sólo prolongan el sabor del verano, sino que nos proporcionan un dulzor diferente. El proceso de secado se puede llevar a cabo con casi todas las frutas que se quiera. La desecación o deshidratación a la que son sometidas algunas frutas frescas es una operación destinada a reducir al máximo el contenido de agua en la constitución de la fruta, con el fin de paralizar la acción de los gérmenes que necesitan humedad para vivir. Para lograr este propósito, se recurre al calor natural (exposición al sol), o bien al artificial (combustión de leña o de carbón, gas o electricidad).

El procedimiento del desecado consiste esencialmente en evaporar el contenido de agua almacenado de manera natural en el producto, en este caso, en la fruta. El sol es el artífice natural de esta operación casi milagrosa cuyo secreto se encuentra en los componentes de las frutas: ácidos orgánicos y azúcar, responsables de que con el calor, no se deterioren los alimentos sino, al contrario, se consiga alargar el tiempo en el que se conservan en perfecto estado, es decir, prolongar su vida comestible.

Y es que es uno de los mejores y más antiguos sistemas de conservación de la fruta, ya que este alimento no es ni más ni menos que fruta fresca a la que se somete a un delicado y artesanal proceso de secado. Una gran parte del agua se elimina gracias al calor que provoca el sol, de modo que se pasa de un contenido de un 80% a algo menos del 25%. Además, se consigue una especie de mermelada natural al concentrarse todo el azúcar, aumentando el valor calórico de la fruta seca.

Una de las principales razones por las que las frutas secas son muy recomendables como alimento es que tienen un alto valor nutritivo, ya que al desecarse, pierden el agua y buena parte de la vitamina A y la vitamina C, pero el resto de sus nutrientes quedan intactos. Y todo ello sin sufrir pérdidas de minerales, proteínas o vitaminas del grupo B. Hay que tener en cuenta que no poseen grasa alguna. El alto contenido en minerales es otro de sus puntos fuertes. Constituyen una fuente por excelencia de fibra soluble e insoluble, lo que le confiere propiedades saludables para mejorar el tránsito intestinal.

Sin embargo, sí hay algo con lo que se debe tener especial cuidado, ya que ese alto contenido en azúcar puede resultar muy nocivo para las encías y los dientes, zonas a las que se adhiere con facilidad y da más tiempo para que las bacterias fabriquen el corrosivo ácido que se forma en el esmalte.

A la hora de adquirir las frutas desecadas se ha de prestar atención a que su aspecto y su color sean uniformes y no presenten demasiadas arrugas. Algunas frutas desecadas, como la ciruela y las uvas, se pueden adquirir enteras, deshuesadas o sin pepitas, por lo que antes de comprarlas interesa conocer el uso que se les va a dar para realizar la elección correcta.

Para lograr una perfecta conservación y evitar que se desequen en exceso, hay que guardar las frutas desecadas en frascos de cristal bien cerrados y en un lugar fresco, seco y protegido de la luz y de los insectos. Así se mantienen durante meses.
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